domingo

El perfume

Por: Aranel-Ireth

“Pudo ver en un mesa una tenue luz que iluminaba a aquella muchacha pelirroja con un vestido sin mangas; ella despezonaba y deshuesaba una ciruelas amarillas cuyo color le teñía la mano, no podía creer que un ser humano despojara del cuerpo tan maravilloso olor, debía tenerlo para sí mismo y retenerlo para no olvidarlo jamás, sus axilas, la grasa de su pelo, su sudor y hasta el olor de su sexo le parecía la más exquisita combinación…”

No podré igualar la deliciosa descripción que hace Patrick Süskind en su obra “El Perfume”, pero tampoco les hubiera escrito aquel capítulo en el que conoce a una mujer cuyo aroma va más allá de lo que pudiera haber encontrado en una ciudad parisina del siglo XVIII y es que el aroma tanto natural como artificial de una persona forma parte del encantamiento sexual global y de otros placeres.

Nadie sabe exactamente cuando nació el primer perfume, pero las primeras referencias históricas escritas nacen en Mesopotamia con el ingreso de ungüentos y perfumes, luego de la expansión de las culturas de Mesopotamia llegaron a Egipto donde la industria del perfume y los cosméticos tuvieron su mayor esplendor, las cultura egipcia es la más pulcra en lo que a limpieza se refiere es por ello que aquí es donde se exploto más el aroma y mujeres como Hashepsut ( la única mujer que ostentó el título de faraón) hicieron llevar a Egipto árboles de mirra para ser plantados; Cleopatra se bañaba y untaba aceites y perfumes de diferentes aromas, ella conocía a la perfección el estímulo que cada aroma producía en la gente que la rodeaba, durante sus fiestas colocaba pétalos de rosa en el piso para que al ser pisados desprendieran su aroma y alejara del ambiente algunas hostilidades y durante sus amoríos con César y Marco Antonio cada vez que se acercaba su barco a las tierras donde se encontrara alguno de ellos hacia que se despidieran aromas, los cuales comunicaban su disposición a recibirlos en su lecho ó rechazarlos e incluso se dice que escribió un tratado de belleza del que se conocen fragmentos citados por Galeno, Aecio y Pablo de Egina; pero no sólo las mujeres egipcias sucumbían ante los aromas, también los hombres lo hacían, tal es el caso que los hombres que luchaban durante la guerra llevaban frascos de aceite perfumado y Tutankamon mandaba colocar sus perfumes en frascos muy elaborados y lujosos. También los inciensos fueron muy utilizados en los rituales adoratorios.

Grecia también creó mucha mitología explicando el origen de los aromas, el legado homérico. La perfumería siendo usada en exceso por hombres y mujeres ocasionó que Solón uno de los siete sabios de Grecia prohibiera el uso de esencias para limitar los gastos de importación. Hubo grandes filósofos que condenaron y alabaron el uso de las esencias.

El Renacimiento con la familia Médici y la corte de los Duxs se distinguieron por ser muy perfumadas, Catalina de Médici al casarse con Enrique II se llevo a su perfumista privado.
Enrique IV y su hijo Luis XIII no se bañaban, el primero sólo se untaba aceites y perfumes para disimular su olor, lo que combinado ha de haber sido una increíble peste e incluso había mujeres que afirmaban era parte de su atractivo, su mal olor no le quitaba lo mujeriego, y Luis XIV sólo se bañaba cuando el médico se lo prescribía.

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